19 de septiembre de 2014

El duelo. Aprendiendo a vivir con la pérdida

La muerte de un ser querido es una de las situaciones más duras en la vida de un ser humano. El duelo es la reacción normal ante cualquier pérdida personal. El duelo no es una enfermedad, lo patológico sería no hacerlo. Es doloroso e inevitable y no hay una fórmula mágica que nos libre de esa etapa dificilísima por la que es necesario pasar.


CONCEPTO DE DUELO

Conjunto de pensamientos, acciones y sentimientos asociados a síntomas físicos y emocionales consecuentes a la pérdida de una persona o cosa amada. Puede haber duelo por una ruptura sentimental, pérdida de amistades, de un trabajo, de una parte del cuerpo (amputación)…. No sólo elaboramos el duelo por una muerte, aunque ésta sea la razón más habitual.
Como decíamos, el duelo es un proceso normal y puede incluso contribuir al crecimiento personal. Su función es adaptativa.




INTENSIDAD Y DURACIÓN

La intensidad y la duración del duelo  varían en cada persona y en cada situación. Dependen de varios factores como la importancia que se le da a esa pérdida, la personalidad de la persona que sufre la pérdida, el grado de apoyo social y emocional recibidos… ideas religiosas, filosóficas o espirituales, presencia o no de otras experiencias de duelo previas, duración de la enfermedad o la agonía si es el caso, si ha sido una pérdida abrupta o esperada, si se padecen problemas previos de ansiedad o depresión…
La duración aproximada del duelo gira entorno a 1 año.

“ No es fácil establecer un límite temporal para la superación del duelo, pero tiende a situarse en torno a los 12 meses del fallecimiento. En general, el tiempo corre a favor del sujeto. La superación se da cuando la persona recupera el interés por la vida, experimenta satisfacciones en la vida cotidiana y es capaz de pensar en el fallecido sin sentirse abrumado por el recuerdo, prestando atención a las vivencias positivas compartidas y dejándose llevar por un recuerdo sereno” (Latiegui, 1999)


MANIFESTACIONES MÁS HABITUALES

Estas son algunas de las manifestaciones que pueden darse durante el proceso de duelo:

Manifestaciones cognitivas:
Extrañeza ante el mundo, incredulidad e irrealidad, rumiaciones (darle vueltas a las cosas continuamente), disminución de la concentración y memoria, desinterés, obsesión por recuperar la pérdida, tristeza, soledad, culpa, añoranza, liberación, confusión, insensibilidad….

Manifestaciones físicas:
Estómago vacío, boca seca, hipersensibilidad a los ruidos, falta de energía, disminución del apetito, alteración del sueño, dolor de cabeza, opresión en el pecho…

Manifestaciones motoras:
Autoaislamiento social, hiperactividad, hipoactividad, llamar o hablar en voz alta con la persona perdida, usar su ropa, acudir a lugares frecuentes, suspirar, llorar….


La terapia preventiva no debe hacerse porque las personas tienen que aprender a usar sus recursos. Si es un duelo normal, no es aconsejable la intervención psicológica.  Sólo en duelos complicados y en niños/adolescentes es de utilidad.

Lo que diferencia la tristeza patológica de la tristeza normal en un duelo es:

- la intensidad de los síntomas
- la duración de la reacción (duración de más de un año)
- y la aparición de síntomas como alucinaciones o ideas delirantes.


FACTORES PROTECTORES

Existen factores protectores que contribuyen a un duelo menos problemático y menos duradero:
Apoyo social, haber tenido tiempo de preparación para asimilar la pérdida, recursos de afrontamiento y características personales, capacidad de expresar emociones, entorno familiar y social estable…


REACCIONES EMOCIONALES ANTE LA MUERTE EN NIÑOS

Los niños también pasan por un periodo de duelo, aunque a ciertas edades aún no comprendan lo que implica la muerte.

Las Reacciones emocionales más habituales en niños

- miedo a ser abandonados
- tristeza por lo sucedido
- rabia por el abandono
- culpa por creerse causantes de la muerte


El concepto de muerte varía y evoluciona con la edad y esto hay que tenerlo en cuenta:

Hasta los 2 años de edad la muerte se ve como una separación o abandono. No pueden entender lo que es la muerte
Desde los 2 a los 6 años aproximadamente el niño cree que la muerte es reversible o temporal; pueden percibir la muerte como un castigo o sentir culpabilidad por haber tenido sentimientos negativos hacia la persona que murió y creer que eso fue la causa de la muerte.
De los 6 a 11 años ya van comprendiendo el carácter irreversible y definitivo de la muerte. Con 11 años ya entienden perfectamente que la muerte es inevitable y universal; comprenden todo lo que implica en todos los sentidos.


PREVENCIÓN EN NIÑOS Y ADOLESCENTES. ¿QUÉ DEBEMOS HACER?

Como decíamos antes la terapia preventiva sí puede ser efectiva en niños y adolescentes. Y es esencial seguir unas pautas en casa para ayudar al niño a elaborar un duelo no complicado.

● No sobreprotegerles y acompañarles en aquello que quieran hacer.
No apartarles de la verdad ni ocultarles la muerte de ese familiar o amigo con la intención de protegerles. Necesitan saber lo que ha sucedido y tan sólo hay que explicárselo de forma sencilla y adecuada a su edad. Puede ser mediante la ayuda de cuentos, por ejemplo. ¡Cuidado con las metáforas que usemos a la hora de explicarle la muerte! Por ejemplo no se le puede decir que su abuelo se quedó dormido para siempre porque puede llevarle a confusión y pensar “a ver si me voy a quedar dormido yo…” y empezar a tener problemas para conciliar el sueño por las noches temeroso de que pueda pasarle lo mismo…

 ● Eliminar la culpa (diferenciar entre deseo y realidad) El niño en edad pre-escolar puede sentir que sus pensamientos o acciones han provocado la muerte, como decíamos antes.

● Favorecer la expresión de emociones mediante el dibujo y juegos para poder hablar sobre el tema

● Garantizar el afecto en su ambiente diario

● Que las normas y rutinas se mantengan igual

● No obligarles a hacer lo que no quieran
Si no quieren ir al entierro o despedirse del fallecido, por ejemplo, no se les debe obligar. Si quieren ir al entierro tampoco hay por qué obligarles a quedarse en casa por ser un niño; a partir de los 6 años ya pueden participar plenamente en un  rito de despedida y puede resultarles beneficioso para despedirse y comenzar a aceptar la pérdida.
Si el niño quiere ir al hospital a ver a algún familiar debemos explicarle antes lo que va a ver, para que anticipe cómo va a encontrar al enfermo y que no le cause un tremendo impacto

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